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Los días vacíos.

Hay épocas en que siento mis días vacíos. Y no es que nada suceda, simplemente que estoy tan abrumada de mi misma que no siento absolutamente nada.  Río como loca, a veces inclusive siento que amo nuevamente.  Otras ocasiones me siento plena, pero es como esa emoción que sientes cuando el carro de la Montaña Rusa va subiendo la pendiente.  Sientes ese vértigo emocionante de la primera caída y va disminuyendo. Después no lo sientes más.


Esta indiferencia involuntaria, ese vacío que por más que trato de llenar con todo lo que encuentro en mi camino, tampoco se va.  No es hambre, ni un hombre. Tampoco ansiedad. Simplemente es ese gran hueco que deja la nada.  

Hasta que Dios se cansa de que desperdicies tu respiración así, y te manda una lección.  Pero ese Señor es como decía Jaime Sabines, "un viejo magnífico que no se toma en serio", y como miembro de esa colonia de hormigas humanas que tiene como diversión, me pone en el camino lo que necesito. Para ver que hago. Divertirse de mis reacciones.  Sonrojarme nuevamente y darme cuerda..."Estas viva, tonta. Estás viva", escucho en mi oído como un susurro.  No, no es en mi oído, es en mi interior.  Así escucho a Dios, hablándome desde el núcleo, con la voz de mi madre, a veces de mi abuela. O si de verdad quiere conmoverme, con la voz de mi Mamá Cata. "Estas viva tonta..."

Y sentí como me llené de vida otra vez.  Sentí como me dolía respirar. El placer de sentir que algo me importa. Saber que todavía me afecta el mundo, los demás humanos.  Que me importo yo. Reconocer que sí quiero ser feliz. Encontrar que la felicidad no es con quien yo pensé, si no conmigo. Abrazar a mi madre aunque no le guste. Sonreír de verdad aunque no sea a carcajadas. Sentirme hermosa y que me importe un pepino si tu me consideras así o no. Sentirme Yo. Un orgasmo de mi misma.

Gracias a la muerte, por que sin su visita, no habría recordado como vivir. A veces pienso que es mi Hada Madrina. 

Así que hoy los amo a todos. No me importa que no me correspondan. Los amo yo y me basta. Quiero sentir ese amor por todo mundo. Tal vez mañana lo olvide, pero hoy los amo. A ti te amo, no como a Dios, pero si sobre todas las cosas de este mundo, pero te vas, y te suplico ser feliz. Retomaré esa Cruzada interminable que es mi vida, pero ahora el enemigo a vencer para ser feliz (que tonta estrategia la mía) no eres tú.  Ahora mi enemigo es más interesante.  Más difícil, temerario, a veces invencible.  

Hoy inicio una cruzada contra mi, para destruirme y levantarme a los tres días. Negarme y volverme devota a mi. Porque hoy, quiero ser vida. Realmente vivir. Sólo vivir.

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