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Turandot y el Príncipe Azul

Turandot fue compuesta por Giaccomo Puccini en 1926 y
la historia gira al rededor de una cruel princesa china.
Turandot es una de mis óperas favoritas.  Dramática como soy no se podría esperar menos, sin embargo cometo ese grave pecado que en la ópera se considera de mal gusto: siempre lloro.

Dentro de la antes mencionada ópera está mi aria favorita: Nessun Dorma.  La prefiero con Pavarotti aunque se la disculpo a todo mundo, pero ésta hermosa pieza que siempre hace que termine llorando como María Isabel (bueno, ella se durmió) también me ha retorcido la mente.



Esto de esperar al Príncipe Azul es culpa de Televisa y Disney, pero en mi caso se agrava con Turandot.  ¿Qué lo agrava? Pues la mencionada mujer, es una princesa arpía de las peores (y generalmente son las que tienen más éxito con los hombres).  Esta hermosa criaturita, por una venganza al más grande estilo de Shakespeare, decide ejecutar a todos sus pretendientes si no responden acertijos para aspirar a su amor.

Llega un extraño príncipe que es lo suficientemente inteligente para resolver los acertijos, pero la niña no está conforme y la historia se complica.   Dentro de éstos dramas ocurre el aria antes mencionada donde el Príncipe (del que no diré el nombre porque su nombre es amor, justo como Rigo Tovar) canta esta belleza de canción que me terminó de echar a perder.

¿Por qué?  Pues porque espero que llegue un príncipe así a hacer todo lo que se me pegue la regalada gana, inclusive cortarle el cuello, y aún me cante esta hermosa aria mientras duermo; aunque haya miles de mujeres ahí afuera, yo sea el centro de sus sueños, desvelos y de quién su vida (literalmente) dependa.  Yo cual Turandot, pretendo escuchar Nessun Dorma (porque si lo conozco tendré el derecho a ejecutarlo) y disfrutar de lo tortuoso del momento para entregarnos al amor reconciliado, de ése que depende la vida al final de mi ópera personal.

Resuelven mis acertijos. Resulta que no me gusta.  Me preguntan algo. Resulta que no lo sé y como lo quiero matar, torturo a todo mundo para que me ayude.  Cuando ya lo se, resulta que no se me pega la gana decir la respuesta porque me he enamorado.  Ya que me enamoré resulta que ahora quiero que resuelva más acertijos, y así por el infinito.  Sucede que generalmente me mandan a paseo, porque efectivamente hay mas mujeres, pero sucede que hay uno que se ha querido quedar.  Mi Kalaf personal.

 A veces pienso que soy bipolar, pero no.  Simplemente soy mujer y tengo hormonas pero no las oculto. No me presento como la princesita rosa.  Soy Turandot, y por eso sólo existe un príncipe en todo el mundo que me aguanta, aunque no se parece nada a un príncipe y mucho menos es asiático, más bien es una mezcla entre Darth Vader y Kung Fu Panda.

¿Ya ven?  Si la vida es bien simple, pero entre óperas, telenovelas y Disney,  se vuelve más sabrosa.


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