El momento llegó sin darme cuenta, algo así como cuando sucede la primera menstruación. La evolución es tan natural que se cubre con tanta normalidad que lo vives de una forma suave, así como un perfume sutil que distingues pero que no puedes decir con certeza cuales notas tiene. Hasta que como en todo, sucede una situación detonadora: se ha perdido la tapa de un toper.
Allí es cuando te das cuenta que has crecido, que eres madura, que como hembra humana tienes que almacenar comida para garantizar que los miembros de tu manada tengan alimento en etapas de escasez inexistente, y para ello necesitas topers...muchos topers. Y así como con la menstruación pasas de una etapa de la vida a otra. Ahora te ha dado lo que Paco Santamaría ha bautizado como Señorexia.
Pues bien, me llamo Liz y soy una Señorexica. La palabra Señora es bien fuerte. Hasta la fecha si alguien me la dice y no hace de frente (siguiéndome por ejemplo) me hago la occisa porque esa palabra no va para mi, hasta que me alcanza y me dicen "Señora, le estaba hablando". Esta negación continua, aunque en realidad ya tengo varios síntomas:
El primero y más relevante son los topers que acumulo y atesoro como Gollum a su precioso. Si quieres ver desatada mi ira, es el momento en el que me doy cuenta que le han perdido una tapa a alguno de mis topers, los cuales colecciono con pasión en diferentes tamaños y colores.
El segundo síntoma es que encuentras algunas actividades cotidianas como una especie de yoga que te da paz interior y que antes no formaban parte de tu armonía particular. Soy fan de Mary Condo, la japonesa maestra del orden y del minimalismo, a la cual sigo como aquellas personas que ven en Youtube videos de ejercicios y con eso piensan que ya con eso se ponen en forma, sin embargo el doblar la ropa y que quepa perfectamente acomodada en un cajón me da una satisfacción antes desconocida para mi.
En realidad sigo siendo un desorden (muy a pesar de Don Panda que tiene TOC) pero el orden en el hogar viene poco a poco a mi vida. Ya me he resignado a que es cuestión de tiempo en el que todo sea organizado y me vuelva doña ordenada. Me resisto. La hueva me está de mi lado, pero se que algún día ese momento llegará.
El tercer síntoma y más alarmante es que (me da pena decirlo) ¡entré a una tanda! Si, yo doña gastalona y compradora compulsiva de cuanta pendejada se me atraviese ahora he entrado a ese sistema que te clasifica ya como toda una señora hecha y derecha. Creo que ni tener hijos te aseñoran tanto como entrarle a una tanda, y lo peor (¿o mejor?) es que me emociono mucho al dar mi numero semanalmente. ¿Pueden creerlo?
Para las personas que previamente han leído mi blog seguramente dirán ¿qué le ha pasado?, ¿le hicieron una lobotomia?, ¿se cayó de cabeza?, ¿es otra?. Pues no. Sigo siendo yo, pero ya soy una doñita y me río de mi misma, de lo mucho que me desconozco y me divierte esta parte de mi yo.
Sigo diciendo malas palabras, ya no soy tan fashion, el labial rojo sigue siendo mi mejor amigo, hago tortillas a mano, ya se cocinar la cochinita pibil y ya... por fin el statu quo es que el Panda ya es Don Panda y yo Doña Godzilla. Somos una pareja dispareja que aún se niega a vivir en lo esperado, porque el vive en su ordenada casa y yo vivo en la desmadrada de la mía.
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