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Dar el salto...

Después de todo, lo difícil es ese breve momento en que te ves frente al vacío. En el que te concentras en todos tus miedos, en las historias previas que te han hecho llorar. Incluso, te repites una y mil veces lo que soñabas para ti.

Y ves el vacío. Te paralizas. Me paralicé durante casi un año, contemplando ese abismo, sólo por   miedo.  Lo más curioso es ese momento en el que te decides a saltar. La mente se desconecta del cuerpo, respiras. Suspiras. Te avientas al infinito.

El el vuelo empiezas a disfrutar, pero es un gozo masoquista, como cuando estás en la montaña rusa.

Salir del estado de confort que uno se va fabricando es difícil.  En el transcurrir de los años, desarrollamos codependencia. Junto con ésta vienen otros sentimientos de miedo y frustración.

Pero yo ya salté. Aquí estoy volando. Disfrutando. Casi llorando. No se si de alegría, o de dolor. Quizás de esperanza.  Al final en mi rostro hay una leve sonrisa.

No hay tierra firme, solo viento, adrenalina y emprender el vuelo. Frente a mí, sólo está el futuro.

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