No fue hasta hoy que supe que por poco, ella no saldría al escenario. Al llegar al Teatro de la Ciudad había una ambulancia en la puerta. Hoy al leer las reseñas se que tuvo una arritmia antes de empezar el concierto.
Llegamos a ver a Chavela Vargas con un poco de retraso, ya que nos detuvieron en la puerta del recinto y nos mandaron a dejar nuestros abrigos a un guardarropas que no existe. Cuando entramos, la Negra Chagra estaba cantando folklore argentino. No tangos, si no ese otro folklore que resulta un poco extraño para los que no somos muy doctos en ese tipo de menesteres.
Nos tocó un excelente lugar. Veíamos de cerca a Chavela, que estaba sentada en un sillón rojo en una esquina del escenario, calladita, contemplando el espectáculo al igual que nosotros.
La Negra Chagra es muy amena, pero al igual que yo, la mayoría del público no conocía la mayoría de su repertorio. La Negra platicaba con Chavela, y ella le respondía con monosílabos así como cuando nuestras abuelitas francamente nos dan el avión cuando no escuchan lo que decimos. Como a la hora de folklore argentino, el público ya estaba aburrido y empezaron a reclamar a Chavela. Fue entonces que la Negra le dijo “Te acordás que cantamos esta canción en el Luna Park”, ella respondió con un monosílabo afirmativo… Y la Negra comenzó a cantar las primeras estrofas de “No soy de aquí, ni soy de allá”, y el público comenzó a aplaudir…
La ovación vino cuando Chavela también empezó a cantar con una voz un poco tímida pero suficiente para despertar la emoción de todos los que estábamos ahí. “Esa canción me gusta mucho” dijo James Boing, mi eterno compañero de fechorías al escuchar. Pero la erupción de emociones generalizada vino con la siguiente canción: “Cuando te hablen de amor, y de ilusiones…..” cantaba Chavela a dueto con la Negra y la gente estalló…
En ese momento de mis ojos empezaron a brotar lagrimas. En tres minutitos me hizo expulsar una larga y fallida historia de amor que cambió el rumbo de mi vida. Curiosamente la otra parte de dicha relación estaba a un lado, tal vez incomprendiendo mi emoción pero respetando el hecho de que llorara (tal vez porque se dio cuenta que no era la única) al momento de esa canción. Y el concierto jamás bajó el nivel de intensidad. Canciones como “Que no somos iguales”, “Piensa en mi”, “La noche de mi amor” entre otras hizo que esa hora que Chavela nos dedicó se fueran en un suspiro.
Llegó un momento del concierto donde sentí una opresión en el pecho porque caí en la cuenta, de que probablemente era una despedida para muchas personas. De Chavela para nosotros, sus músicos entraron a abrazarla y besarla como a una madre amada, y ella les dijo “Ni se crean, ustedes seguirán tocando para mí”. Entonces sin saberlo, y muchos sin entenderlo el concierto terminó…nos quedamos aplaudiendo y solicitándola, nosotros su ingrato público que no entendemos que su cuerpo ya no quiere responder como antes, pidiendo complacencias (“La llorona”, “Macorina”…), aplaudiendo sin parar…Hasta que el telón volvió a subir, y le hizo un súper regalo a James Boing: “Yo quiero luz de luna, para mi noche triste….”, empezó a cantar “Luz de Luna” de su admirado Alvaro Carrillo. El público se sentó y guardó silencio. Al terminar siguieron pidiendo sus peticiones a gritos, de cualquier parte del teatro.
“Ya se las voy a cantar” dijo con un tono tan dulce, como alguna vez mi abuelita Chuy al ver mi terquedad, me daba algo que yo quería cuando era una niña pequeña.. y empezó a cantar “Somos”. Al terminar aplaudimos de pie (nuevamente) y el telón bajaba lentamente terminando con esta reunión de almas heridas adorando a su líder y diosa: Chavela Vargas…
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