Mi cerebro y mi corazón.

Hay uno de los cumplidos -si es que se le puede llamar así- que generalmente me hacen, es que soy muy inteligente.

Agradezco esos cumplidos, porque realmente me gusta alimentar a mi cerebro. Siempre ando leyendo, aprendiendo, investigando, conociendo. Mi lóbulo izquierdo domina al derecho (las matemáticas y yo no somos amigas) por lo que me la paso muy divertida.  El hipotálamo es otro asunto. Ese es un traidor, que junto con el corazón, me boicotean.


Por eso soy tan inteligente para todo, menos para el amor.  Pero era de esas románticas que pensaba que el corazón es un buen consejero.  Me he dado cuenta que no, por lo que desde hoy, ese señor rojo escarlata, que siempre traigo en el pecho ha sido removido del puesto e instalado en una posición netamente funcional. Su labor es muy importante no obstante, y lo cuidaré más tomando como eje su trabajo que es mantenerme viva.
Estimado Cerebro, hoy has sido ascendido. Entre tus funciones se encuentran las que ya haces gustosamente, y le agregamos dos:

1. Aconsejarme en absolutamente todo. Únicamente puede aconsejarse por la intuición, porque ya ve que es medio efectiva también, pero sólo usted tomará la decisión final. Prohibido escuchar al corazón.
2. Y mantener a raya a ese amigo del corazón, llamado hipotálamo, que creo que es el que está detrás de toda la confabulación en mi contra.

Así será desde el día de hoy.  

Bienvenido Cerebro.