Mi selección del vídeo de la semana fue en alusión a dos eventos muy importantes en mi vida que ocurren en la misma semana: El día de la madre y el día del Maestro. Mi madre, la Señora (porque ante todo es una Señora, con toda la extensión de la palabra) Profesora (porque siempre ha dicho, yo soy profesora, Maestro sólo Jesús) Ramona Tun H., además es la Profesora, además de Celestín Freinet que ha regido mis pasos en la docencia.
A quienes conozcan a mi madre, pueden decir que hay un evento importante que parte en dos su vida de docente: Mi nacimiento. Mi madre siempre vivió un fenómeno bastante importante como maestra: de principio todos le tienen terror. Al final del curso, sus alumnos (y algunas Mamás) la abrazan para agradecerle todo lo que ha hecho, y si algunos no lo hacen de momento, lo harán tiempo después. Tiene fama de estricta, inclusive de enojona, pero jamás, nunca pueden decir que es una mala maestra. Es sin lugar a dudas la mejor. Pero dejó de ser tan exigente estricta a partir de que nací. Lo siguió siendo toda su vida, porque inclusive yo, cuando fui su alumna, es el año que más se me exigió y trabajé mas duro durante toda mi vida de estudiante. Ni en la maestría me exigía a mi misma tanto, como cuando estuve en sexto de primaria con la Maestra Ramona.
Lo mas gracioso (a mi parecer) de todo, es que mi mamá no es esas maestras de películas que andan transformando vidas. Ni es una maestra mártir como Anne Sullivan. Para nada, mi mamá simple y sencillamente hace una cosa: Cumple con su trabajo, pero el impacto del mismo va más allá de las aulas (que creo que es lo mágico que tiene ella).
Para mi es una escena habitual, que estando en lugares públicos, o en algún transporte, o en algún evento oficial, se acerquen para agradecerle a mi madre, presentarle a sus hijos, e inclusive a encargárselos: "Maestra le encargo mucho a mi hijo (a) porque ya va a entrar a la secundaria" o "Mira hijo, esta es mi maestra Ramona". Un presidente municipal le agradeció en su toma de protesta. Un chico conductor de un pesero le dijo: "¿Ya ve maestra?, le di mucha lata pero soy un hombre de bien, gracias por aguantarme". Mi madre simplemente sonríe. Pero el recuerdo más impactante de mi vida, fue cuando se jubiló de dar clases en la educación primaria.
Mi mamá es de esas generaciones de alumnos surgidos en el Milagro Mexicano, con sentimiento nacionalista y post revolucionario. Su anillo de graduación de la Escuela Normal de Calkiní Campeche, le fue regalado (como a todos sus compañeros) por el Gobernador Cárlos Sansores Pérez (que falleció en el 2005 y que llegaba a bailar la jarana del Día de Reyes a casa de mi awela Julia). Orgullosa de su profesión, abrió la primera escuela en Tablas de Corralejo, esa Ex Hacienda de un tal familia Hidalgo, y que se ha vuelto famosa por el tequila que lleva su mismo nombre. La escuela no se llamó Miguel Hidalgo, como era de suponerse, si no se llamó Francisco Villa, que es su personaje histórico favorito.
Mi mamá me cuenta que en esas épocas el maestro era la figura principal del pueblo. Al llegar a Tablas de Corralejo, mi madre una joven profesionista, cuenta a la fecha bastante divertida que, el supervisor escolar llamó al Comisario Ejidal y le dijo: Le dejo en sus manos a la maestra, si algo le pasa, les mando al ejercito. El Comisario Ejidal asintió con la cabeza y subió a mi madre en un burro, para iniciar el camino que duró varias horas al destino de su primera aventura pedagógica. La recomendación del supervisor, que es bastante dura, llega porque era un pueblo de Cristeros, y era la primera maestra que enviaba el gobierno, para abrirles una escuela después de la guerra santa.
Sin embargo el pueblo no fue nada hostil, al contrario. Cuenta que las fiestas no empezaban sin que la maestra llegara. Al cabo de dos años, le llegó su traslado a Pénjamo, otro lugar mas urbanizado y la población se atrincheró para no dejar ir a su maestra. Que entre el ejercito si quieren, dijo el Comisario Ejidal, que para esas alturas ya era compadre de mi mamá. El supervisor dijo, sólo me la voy a llevar a que firme unos papeles y prometo que regresa. Así mi madre salió de ese rancho de Guanajuato, donde tuvo tantas aventuras y dejó tanta gente tan querida.
Historias como esa tiene muchas. Pero retomo el día de su jubiliación de la escuela primaria. En la escuela donde terminó su servicio docente al servicio de la Federación, se llamaba Miguel Hidalgo y Costilla, nombre del que en teoría, debió ser el de la escuela Rural que inauguró en Tablas de Corralejo. Todos los niños estaban ahí, vestidos de blanco con rosas en las manos. En otro lado del patio estaban un grupo de 20 señoras, madres de familia . La ceremonia giró entre reseñas de su vida, agradecimientos y compromisos de amistad por parte de sus compañeros. Al término de la ceremonia, se acercaron ese grupo de señoras, con lágrimas en los ojos, para abrazar a mi madre y agradecerles, porque fue maestra de ellas, porque fue maestra de sus hijos y porque les ayudó -mi madre sin saber- a mejorar algún aspecto de su vida. El sentimiento se puede resumir en una sola palabra: Gracias.
Pero este momento para mi fue muy impactante, y creo que para mi mamá también. Para mí porque ese día me dije: mi mamá cuidó y educó a los hijos de todas estas señoras, que ahora le agradecen tanto, sacrificando su tiempo de ser madre. Y para mi mamá el shock (porque le ganaron las lágrimas en ese momento y mi mamá...no llora) de saber todo lo que sin tener conciencia, llegó a hacer.
Mi madre siempre se resistió a que yo siguiera sus pasos en la docencia, pero aquí estoy, en un ambiente y en un época distinta a la que ella vivió, pero en la misma trinchera: La educación. Por eso elegí el vídeo de la Escuela de Perritos. Mi mami no es cariñosa (por eso Dios me mandó a mi mamá Cata, porque la neta soy una consentida de Dios), y su manera de transmitirme cariño, era cantándome esa canción, donde sin querer, fue metiendo en mi inconsciente que ese lugar, donde se reune gente a aprender cosas nuevas es un refugio para mi corazón. Y por eso soy maestra.
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