Esta es la fase más pesada de mi ciclo de trabajo. En etapas como esta que es el fin de un periodo escolar es cuando las cosas se ponen un tanto difíciles y más que de mi puño se asienta por medio de un número el esfuerzo del trabajo de cuatro meses.
Cuando entré a trabajar a la universidad donde laboro, la persona que nos dio el curso de inducción nos pintó como una bola de barbajanes a los alumnos, de poca o escasa cultura y educación. Sin embargo al entrar en contacto con esos maravillosos seres que son me di cuenta que esta persona estaba en un grave error, ya que son unas personas maravillosas y muy educadas. Todos ellos lo son. O casi todos.
Cada cuatrimestre hay un incidente violento entre algún alumno inconforme y su servidora. Hace un cuatrimestre fue una chica que si la altanería se midiera del cielo al piso, tendria (o mas bien tiene) una gran cantidad de ella. Si han leído mi blog ya conocerán la taxonomía desarrollada por mí y si no les invito a darle un vistazo. Pues bien, esta chica es del tipo “Pero es que yo trabajo” y argumentando eso, se puso a gritar, exigiendo una calificación que obviamente no merece y alegando que efectivamente trabaja, y efectivamente si iba a las clases pero no reponía lo que no entregaba los sábados.
El incidente de esta ocasión me ha puesto a pensar en el tipo de gente que forman no nosotros los profesores, puesto que un profesionista va perfeccionarse en sus habilidades, pero el ser humano que está detras del profesionista, se construye en otro lado.
Los hechos fueron así:
En el trabajo final, un integrante del equipo me hizo saber que solamente el estaba trabajando, y efectivamente solamente él se presentaba a aclarar dudas y revisiones de trabajo, por lo que le dije que únicamente pusiera su nombre.
Cuando revisé el trabajo final vi que no tenía tres nombres, si no cuatro (uno más de lo permitido). Al calcular las calificaciones puse asteriscos a los otros tres integrantes que sabían, se y sabrán que no trabajaron.
Hoy se presentaron a recoger su calificación antes que su compañero y les dije que no podía asentarles calificación hasta platicar con su compañero de la situación. Cínicamente (pues no existe otra palabra para ello) uno de ellos se puso a gritar que él le pagó a su compañero para que hiciera el trabajo. Eso aquí en mi pueblo se llama corrupción. Y el hecho de que lo haya gritado a los cuatro vientos frente al profesor es una prueba de un cinismo sin límites. Pues bien, le dije que esperaría a su compañero porque sin aclarar la situación no les pondría calificación.
El alumno y sus secuaces siguieron despotricando de la situación hablando en voz alta, que dentro de mi punto de vista es un acto bastante tonto, ya que le sigues reiterando al maestro que NO TRABAJASTE, entonces ¿Cómo vas a pedir calificación?
Arrogantemente fue y me dijo que le pusiera la calificación, que después de todo sacaba mínimo 7. Qué bueno que son diseñadores porque en cálculo está pero mal, puesto que su calificación llegaba escasamente a 4 puntos entre examen y escala.
El alumno que realizó todo el trabajo llego y dijo que si habían ayudado. No le creí pero tomé su palabra y les asenté la calificación mínima aprobatoria que era la que sacaban con el trabajo al 100% (para que vean que lo mucho que trabajaban…pasaron de panzazo).
Antes de irse el alumno se puso muy impertinente diciendo que esa no era la actitud correcta de mi parte, a lo cual le doy la razón porque en primer lugar no debí haberle hecho caso. Y yo le dije que la actitud no era la suya, puesto que si el trabajo final consistiera en pagar para imprimir, les pediría recibos. Total que se armó la discusión, su compañera lo jalaba desesperadamente y él se jaloneaba de manera brusca hacia mi. Posteriormente se fue vociferando.
Yo no quede enojada, mas bien quedé tensa debido a dicha situación. Posteriormente llegó un alumno que me dio la lección mas grande del día: al verme tensa me preguntó que sucedía y para desahogarme le comenté de la situación. El me dijo: “Es por la edad, además, eso habla de la educación que le han dado en su casa”.
Tiene toda la razón. Hay cosas que no se aprenden en la universidad, hay cosas que se aprenden desde casa. Y pues yo no quiero pensar que los papás de este chico hubieran planeado criar a un gañan, pero algo pasó ahí que se volvió un patán.
Gracias a este alumno que me hizo crecer y gracias a esa niña que me dio un abrazo para agradecerme la convivencia de estos cuatro meses. Eso, literalmente fue un regalo de miel. También gracias a mi compañera de banca (ya sabes quién eres).
Como moraleja al final lo importante no es que yo les caiga bien, ni que me caigan bien (como tontamente llegan a pensar). Lo importante es que aprendan y se vuelvan mejores humanos, porque eso quiere decir que están en evolución, aunque al final del cuatrimestre me odien, al fin que como dice Cuco Sánchez “no soy monedita de oro”.
Yo por mi parte prometo no volver a caer en provocaciones. Si me vuelve a pasar…¡Dulces para todos!
Desde la trinchera pedagógica reporto agradecida Yo
hola¡¡ para mi tu clase fue de los más interesante; y si, es realmente indignante la actitud de algunos de los compañeros de la etac.
ResponderEliminarsaludos¡¡¡