Habemos distintos tipos de profesores, de hecho hay bastantes clasificaciones, algunas científicas y algunas chistosas de las diferentes taxonomías de profesores que pululamos por el mundo. Sin embargo yo dentro de mi ardua labor de investigadora etnográfica (chismosa pues), he identificado que los profesores de Inglés se cuecen aparte.
Todos los profesores (como les he comentado a los alumnos) somos ególatras. Lo somos. Por un pequeño momento, quienes no han experimentado el poder, y dominan al grupo ya sea por la experiencia o por don, sienten que tienen la espada de He Man, que escribe en un pintarrón y que se puede borrar fácilmente. Nuestro poder es limitado por tiempo y espacio: es sólo el salón de clases, mientras dura nuestro performance que el poder está en nuestras manos. Somos omnipotentes y como dice José Alfredo Jiménez: Nuestra palabra es la ley.
Saliendo del salón puede que le bajemos a nuestros chicharrones o bien, sigamos trepados en esa nube de omnipotencia temporal (esos somos los peores). Es defecto de fabricación, todos los docentes tenemos mayor o menor nivel de egolatría, pero la tenemos. Sin embargo he observado que hay otros que al estar entre sus ‘semejantes’ (o sea otros maestros), siguen trepados en otra nube de semidioses, donde se separan y segregan a los que no son de su igual. Estos son los maestros de inglés.
Estos maestros (que tienen un teachers por ejemplo y la mayoría no tiene licenciatura y mucho menos maestría a diferencia de nosotros los inferiores profesores de materias especializadas), se sienten tan diferentes que en se llevan el performance durante todo el tiempo. Inclusive para firmar la entrada y salida de clases: sólo se hablan entre ellos y hablan únicamente en inglés.
Esa dinámica la vivía en casa, puesto que mi awela adorada hablaba maya, mi madre y sus hermanos también. Como la abuela siempre pensó que los nietos no teníamos derecho a escuchar sus pláticas, hablaba con sus hijos en maya. Como buena investigadora etnográfica y por necesidad tuve que aprender a escuchar y aprender el maya. A la fecha es un idioma al que le tengo tanto respeto que mejor no lo hablo, pero el inglés es otro boleto.
Dice mi Gordolobito que le inglés es para los perritos, por eso el no lo habla. Sin embargo estos profesores no lo sienten así: el inglés – a su parecer- sólo lo dominan ellos. Al observarlos me pongo a pensar, si me veo así de … de…(me pongo a pensar en una palabra que no suene fea)….(sigo pensando)…¡mamila!
¡Ni que fuera la gran cosa! Los gringos y los británicos hablan inglés desde chiquitos y no se suben tanto a su nube. Y pónganse a pensar: si les llevamos grados de estudios adelante obviamente dominamos en mayor o menor medida el inglés.
Así que esto lo hago como un ejercicio de espejeo. Si alguno de mis alumnos lee esto y me ubica en mi nube, y en mi papel de chinche maestra mamila, favor de enviarme un correo con tres copias al carbón a mi departamento de quejas para corregir dicha situación.
Todos los profesores (como les he comentado a los alumnos) somos ególatras. Lo somos. Por un pequeño momento, quienes no han experimentado el poder, y dominan al grupo ya sea por la experiencia o por don, sienten que tienen la espada de He Man, que escribe en un pintarrón y que se puede borrar fácilmente. Nuestro poder es limitado por tiempo y espacio: es sólo el salón de clases, mientras dura nuestro performance que el poder está en nuestras manos. Somos omnipotentes y como dice José Alfredo Jiménez: Nuestra palabra es la ley.
Saliendo del salón puede que le bajemos a nuestros chicharrones o bien, sigamos trepados en esa nube de omnipotencia temporal (esos somos los peores). Es defecto de fabricación, todos los docentes tenemos mayor o menor nivel de egolatría, pero la tenemos. Sin embargo he observado que hay otros que al estar entre sus ‘semejantes’ (o sea otros maestros), siguen trepados en otra nube de semidioses, donde se separan y segregan a los que no son de su igual. Estos son los maestros de inglés.
Estos maestros (que tienen un teachers por ejemplo y la mayoría no tiene licenciatura y mucho menos maestría a diferencia de nosotros los inferiores profesores de materias especializadas), se sienten tan diferentes que en se llevan el performance durante todo el tiempo. Inclusive para firmar la entrada y salida de clases: sólo se hablan entre ellos y hablan únicamente en inglés.
Esa dinámica la vivía en casa, puesto que mi awela adorada hablaba maya, mi madre y sus hermanos también. Como la abuela siempre pensó que los nietos no teníamos derecho a escuchar sus pláticas, hablaba con sus hijos en maya. Como buena investigadora etnográfica y por necesidad tuve que aprender a escuchar y aprender el maya. A la fecha es un idioma al que le tengo tanto respeto que mejor no lo hablo, pero el inglés es otro boleto.
Dice mi Gordolobito que le inglés es para los perritos, por eso el no lo habla. Sin embargo estos profesores no lo sienten así: el inglés – a su parecer- sólo lo dominan ellos. Al observarlos me pongo a pensar, si me veo así de … de…(me pongo a pensar en una palabra que no suene fea)….(sigo pensando)…¡mamila!
¡Ni que fuera la gran cosa! Los gringos y los británicos hablan inglés desde chiquitos y no se suben tanto a su nube. Y pónganse a pensar: si les llevamos grados de estudios adelante obviamente dominamos en mayor o menor medida el inglés.
Así que esto lo hago como un ejercicio de espejeo. Si alguno de mis alumnos lee esto y me ubica en mi nube, y en mi papel de chinche maestra mamila, favor de enviarme un correo con tres copias al carbón a mi departamento de quejas para corregir dicha situación.
De plano, la moraleja es: Hay quien es tan pequeño que subiéndose a un tabique se marea. Y por lo tanto, es tarea de ustedes, amigos, alumnos, familiares (pimas en especial) y viejito bajarme a chingadazos de mi tabique si es que estoy ahí.Reportando desde la trinchera pedagógica: YO.
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