Soy orgullosa de decir que yo crecí bajo una educación Nacionalista. Cuando iba a la primaria, nos enseñaban la historia oficial de México, aprendíamos poesías alusivas para las fechas importantes y sabíamos, por lo menos de una manera muy general, cómo se formó nuestra nación.
A partir de la Reforma educativa que se dio a principios de los noventas, se dio una aparente apertura a hechos que hasta la fecha se consideraban 'no oficiales', pero realmente fue el principio del fin de esos hermosos libros de texto, que traían ilustraciones y fotografías de nuestra historia, y con una redacción enfocada -en muchas ocasiones- a realzar ese orgullo revolucionario que había dado origen a la patria, fuere como esta fuere.
Cuando uno es niño, no sabe de democracias, ni partidos políticos, ni de izquierdas, ni de derechas, ni de fraudes, ni de los orígenes de la crisis económica, simplemente vive la vida asimilando lo que la realidad le ponga. Y dentro de todo eso nos enseñaban a ser orgullosamente Méxicanos. Actualmente toda esa rica historia (oficial) cada vez va desapareciendo de los libros de texto y planes de estudio. Aunando a esto, la mayoría de nuestros compatriotas saben más de fútbol, que de su propia realidad y dentro de esa realidad esta nuestra nación. Y nos dejan en una orfandad nacida de la ignorancia. ¿Cómo desarrollarán el sentido crítico de comparar la historia oficial, con esa otra historia mas interesante y divertida que es la 'No Oficial?. Esto nos lleva a la realidad actual. El desinterés viene del desconocimiento. Para querer cambiar el presente tenemos que conocer el pasado.
Tristeza es lo que siento cuando veo los sondeos en la televisión y el mexicano promedio no sabe quienes son los próseres de la patria. Y peor me siento cuando por ejemplo Carlos Puig dijo en su programa de radio que Zapata y Villa eran sólo unos perdedores y viles asesinos. ¿Cómo pueden las nuevas generaciones tomar una postura ante eso?. Yo que convivo con la juventud de hoy en día me doy cuenta la enorme desmotivación e incultura que existe. Si escuchan esto que Carlos Puig dijo, en su memoria quedará eso, porque lamentablemente, estas nuevas generaciones se alejan cada vez mas de los libros.
Es una pena que nuestra historia vaya desapareciendo de las escuelas. Y más para las generaciones recientes donde Zapata y Villa probablemente pueden ser en sus mentes sólo el resultado de un branding nacionalista elaborado, que no comprenden y mucho menos sienten.
Aun recuerdo con cariño cuando en el lugar donde crecí, nos contaban historias de cuando pasó 'La Bola' por el pueblo. Doña Rita, la vecina, que ya era muy anciana nos platicaba mientras desgranaba o pizcaba el maíz, cómo fue cuando pasó, ella era una adolescente cuando eso. En sus recuerdos estaba retratado el momento en que los carrancistas llegaron al pueblo. De hecho, el impacto fue tal, que un hermano de mi abuelo se llamaba simplemente "Carranza".
Doña Rita platicaba, con su voz temblorosa que denotaba su edad, que cuando la 'Robolución' como ella le decía, se fue del pueblo, la sangre les llegaba a las rodillas, y que simplemente se les hizo fácil, hacer una hoyo gigantesco y aventar los cadáveres, producto de la batalla ahí. Años después, ahí se construyó la escuela primaria a donde yo asistí. Ironías. Debajo de ella yacen hasta hoy, los cuerpos de aquellos que sabiéndolo o no, lucharon por nuestro derecho a la educación y libertad. Y la escuela se llamó "Emiliano Zapata".
También recuerdo los desfiles, que eran todo un acontecimiento. Ensayabamos por meses coreografías o corridos revolucionarios (por eso me se algunos), y los íbamos cantando orgullosamente por todo el pueblo. Era sin lugar a dudas, el acontecimiento del año.
Por eso me da tristeza. Tristeza de que en el libro de sexto año de primaria la historia no exista. Nos están dejando sin origen. Y un pueblo sin origen es un pueblo sin orgullo.
Para terminar, les quiero compartir una de las poesías que nos aprendíamos en la primaria, alusiva a estas fechas o a la independencia, escrita por Ramón López Velarde, uno de nuestros grandes poetas. Y se llama Suave Patria.
Viva México, Viva Nuestra historia y Viva la Revolución.
Yo que sólo canté de la exquisita
partitura del íntimo decoro,
alzo hoy la voz a la mitad del foro
a la manera del tenor que imita
la gutural modulación del bajo,
para cortar a la epopeya un gajo.
Navegaré por las olas civiles
con remos que no pesan, porque van
como los brazos del correo chuán que
remaba la Mancha con fusiles.
Diré con una épica sordina:
la patria es impecable y diamantina.
Suave Patria: permite que te envuelva en
la más honda música de selva con que
me modelaste todo entero al golpe
cadencioso de las hachas y pájaros de
oficio carpintero.
Patria: tu superficie es el maíz,
tus minas el palacio del Rey de Oros, y tu
cielo, las garzas en desliz
y el relámpago verde de los loros.
El Niño Dios te escrituró un establo
y los veneros del petróleo el diablo.
Sobre tu Capital, cada hora vuela
ojerosa y pintada, en carretela;
y en tu provincia, del reloj en vela
que rondan los palomos colipavos,
las campanadas caen como centavos.
Patria: un mutilado territorio
se viste de percal y de abalorio
Suave Patria: tu casa todavía
es tan grande, que el tren va por la vía
como aguinaldo de juguetería.
Y en el barullo de las estaciones,
con tu mirada de mestiza, pones
la inmensidad sobre los corazones.
¿Quién, en la noche que asusta a la rana
no miró, antes de saber del vicio,
del brazo de su novia, la galana
pólvora de los juegos de artificio?
Suave Patria: en tu tórrido festín
luces policromías de delfín,
y con tu pelo rubio se desposa
el alma, equilibrista chuparrosa,
y a tus dos trenzas de tabaco,
sabe ofrendar aguamiel toda mi briosa
raza de bailadores de jarabe.
Tu barro suena a plata, y en tu puño
su sonora miseria es alcancía;
y por las madrugadas del terruño,
en calles como espejos, se veía
el santo olor de la panadería.
Cuando nacemos, nos regalas notas,
después, un paraíso de compotas,
y luego te regalas toda entera
suave Patria, alacena y pajarera.
Al triste y feliz dices que si,
que en tu lengua de amor prueben de ti
la picadura del ajonjolí.
¡Y tu cielo nupcial, que cuando truena
de deleites frenéticos nos llena!
Trueno de nuestras nubes, que nos baña
de locura, enloquece a la montaña,
requiebra a la mujer, sana al lunático
incorpora a los muertos, pide el Viático,
y al fin derrumba las madererías
de Dios, sobre las tierras labrantías.
Trueno del temporal: oigo en tus quejas
crujir los esqueletos en parejas;
oigo lo que se fue, lo que aun no toco,
y la hora actual con su vientre de coco.
Y oigo en el brinco de tu ida y venida
oh trueno, la ruleta de mi vida.
partitura del íntimo decoro,
alzo hoy la voz a la mitad del foro
a la manera del tenor que imita
la gutural modulación del bajo,
para cortar a la epopeya un gajo.
Navegaré por las olas civiles
con remos que no pesan, porque van
como los brazos del correo chuán que
remaba la Mancha con fusiles.
Diré con una épica sordina:
la patria es impecable y diamantina.
Suave Patria: permite que te envuelva en
la más honda música de selva con que
me modelaste todo entero al golpe
cadencioso de las hachas y pájaros de
oficio carpintero.
Patria: tu superficie es el maíz,
tus minas el palacio del Rey de Oros, y tu
cielo, las garzas en desliz
y el relámpago verde de los loros.
El Niño Dios te escrituró un establo
y los veneros del petróleo el diablo.
Sobre tu Capital, cada hora vuela
ojerosa y pintada, en carretela;
y en tu provincia, del reloj en vela
que rondan los palomos colipavos,
las campanadas caen como centavos.
Patria: un mutilado territorio
se viste de percal y de abalorio
Suave Patria: tu casa todavía
es tan grande, que el tren va por la vía
como aguinaldo de juguetería.
Y en el barullo de las estaciones,
con tu mirada de mestiza, pones
la inmensidad sobre los corazones.
¿Quién, en la noche que asusta a la rana
no miró, antes de saber del vicio,
del brazo de su novia, la galana
pólvora de los juegos de artificio?
Suave Patria: en tu tórrido festín
luces policromías de delfín,
y con tu pelo rubio se desposa
el alma, equilibrista chuparrosa,
y a tus dos trenzas de tabaco,
sabe ofrendar aguamiel toda mi briosa
raza de bailadores de jarabe.
Tu barro suena a plata, y en tu puño
su sonora miseria es alcancía;
y por las madrugadas del terruño,
en calles como espejos, se veía
el santo olor de la panadería.
Cuando nacemos, nos regalas notas,
después, un paraíso de compotas,
y luego te regalas toda entera
suave Patria, alacena y pajarera.
Al triste y feliz dices que si,
que en tu lengua de amor prueben de ti
la picadura del ajonjolí.
¡Y tu cielo nupcial, que cuando truena
de deleites frenéticos nos llena!
Trueno de nuestras nubes, que nos baña
de locura, enloquece a la montaña,
requiebra a la mujer, sana al lunático
incorpora a los muertos, pide el Viático,
y al fin derrumba las madererías
de Dios, sobre las tierras labrantías.
Trueno del temporal: oigo en tus quejas
crujir los esqueletos en parejas;
oigo lo que se fue, lo que aun no toco,
y la hora actual con su vientre de coco.
Y oigo en el brinco de tu ida y venida
oh trueno, la ruleta de mi vida.
Comentarios
Publicar un comentario