Una tarde cualquiera – a la hora de la comida – sucedió esta historia. Estaban sentados a la mesa esperando a recibir los alimentos. Entonces la hija menor entro a la cocina.
- Perdón por llegar tarde, pero es que acompañé a Perenganita a ver lo de su vestido de novia.
- ¡Ay los vestidos de novia! Qué bonito es eso de los preparativos de la boda – Dijo la Cuñada.
- ¿Y se va a casar de blanco? – Preguntó la hermana mayor.
- Parece que sí – Respondió la hermana menor mientras se lavaba las manos.
- Pero si ya está bien ‘paseada’ – Dijo la cuñada, mientras el hermano (esposo de la cuñada) escuchaba atentamente esa plática digna de la mafia, que regularmente ocurren entre mujeres.
- Pues sí, pero pues ya la pidieron bien y todo.
- ¡Ay pues que chamaco tan tonto!, si hasta le dicen “Las mañanitas” porque la tocan en todas las fiestas – Respondió la Cuñada escandalizada. La hermana mayor seguía hojeando la revista, mientras la hermana menor picoteaba la ensalada.
- ¡Ay no ya no hay decencia!, ¿Verdad viejo? – dijo la cuñada esperando la respuesta del hermano.
- Si – respondió el desinteresadamente y comiendo un bocado de sopa.
- Ahora ya cualquiera se puede casar de blanco, no importando los desmanes que hayan hecho en su soltería.
- Si pero ahora, la moda es ponerle una lentejuelita de colores al vestido por cada resbalón que se haya tenido antes del matrimonio – Dijo la hermana menor casi riendo.
En eso el hermano dejó la cuchara en el plato, volteó a ver a su mujer y dijo lo siguiente con voz alta:
- Uy vieja, ¡entonces cuando nos casamos te hubieras vestido de China Poblana!
Comentarios
Publicar un comentario