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El hotel de las galletas saladas...

Nota de la autora:

La historia que aquí se presenta es ficticia. Cualquier personaje mencionado y que conicida con la realidad es pura casualidad.





PARTE I

Era una noche como cualquier otra. Liz llegó a la Ciudad de México después de un largo viaje. Bajó del autobús con maleta en mano. Esa noche llegaba a la gran ciudad después de una larga ausencia. Por fin se vería con su amado, al cual, no había visto desde hacía muchísimo tiempo. La emoción era notoria en la sonrisa permanente que llevaba en los labios.



La cita era en un lugar que ella eligió, y lo esperaría allí a que el terminara su rutina diaria. Pasarían una romántica y apasionada noche juntos.

Llegó al sitio de taxis. Esperó de manera paciente y abordó un escarabajo verde.

- ¿A dónde la llevo?

- A la calle de Madero, en el centro. Al Hotel de las galletas saladas.

El hotel lo había elegido por una idea meramente romántica. Como buena fan y asidua lectora de la revista ‘Vanidades’, sabía que la Princesa Diana se había hospedado en uno del mismo nombre en   París, la noche de su muerte; así que al enterarse de que había uno en la Ciudad de México y al ver la conveniencia de los precios, hizo la reservación de una suite para dos.

La Noche era tranquila y sonreía viendo el paisaje urbano camino al lugar. De repente, el chofer se detuvo.

- Aquí es.


PARTE II


- ¡Buenas noches!, tengo una habitación reservada a nombre de Simplemente Liz.

La señorita vestida de un uniforme color vino le dirigió una mirada sin entusiasmo.

- ¿Trae equipaje?

- Solo esta – dijo Liz levantando su maleta.

En ese momento sintió una presencia extraña. Un hombre se acercó sigilosamente hacia ella.

- Bienvenida al Hotel Ritz - le dijo con una voz grave, similar a la de ‘Largo’ de la ‘Familia Adams’, y pensándolo bien, lucía igualito, sólo que en Región 4- Sígame por favor.

El botones la guió al interior del lugar. Al mismo tiempo iba otro huésped que llegó al mismo tiempo, que se hospedaría dos pisos antes de la suite. Caminaron por varios pasillos. El Hotel estaba bastante descuidado, pero se notaba que había vivido tiempos mejores. La alfombra de color rojo le daba un aspecto un poco más inquietante. Al caminar parecía que se hundía, como si fuese de hule espuma. Los tres se detuvieron en el ascensor, que era antiguo y muy estrecho.

Los minutos pasaban y el ascensor no bajaba.

- Tarda tanto que parece que hay un esclavo negro moviendo las poleas para que baje- dijo el huésped que estaba a lado.

- Parece que sí- respondió el botones y los tres se rieron tímidamente. El elevador llego y subieron a sus respectivas habitaciones.

Al llegar al cuarto piso, el botones salió del ascensor.

- Por aquí señorita.

Los pasillos eran estrechos. La decoración del hotel era Art Decó, lo cual hacía que Liz se sintiera en un espacio y tiempo distintos al siglo XXI. Caminaban y caminaban por distintos pasillos, tanto que pensó que se perdería al tratar de salir.

- Se parece al Hotel del Resplandor – Pensó.

Dieron vuelta en un pasillo muy largo y visualizaron la Suite 401-A al final del mismo.


- Aquí es – dijo Largo.


Después de dar propina al Botones, se quedó sola en esa inmensa suite de tres habitaciones, que de haberla visitado en los años 50’s hubiese sido genial; pero en ese momento parecía más que tétrica y solitaria.


PARTE III

8:20 P.M.

- ¿Si, diga?

- ¿ Manuel?

- Si, ¿qué pasa?

- ¿Te falta mucho?

- Un poco, ¿dónde estas?

- En el Hotel, pero no me gusta.

- ¿Por qué? ¿qué pasa?

- Nada, pero no me gusta. La habitación tiene muebles muy viejos.

- ¿Pues que esperabas mujer? El hotel esta en el centro, así que supongo que ha de ser muy viejo.

- Pues si pero, ¿Te acuerdas de la película esa, donde Jack Nicholson se vuelve loco y quiere matar a su esposa y a su chamaquito trastorno?

- Si.

- Pues esta igualito.

- No seas exagerada. Yo tengo unos pendientes todavía, pero espero llegar antes de las diez de la noche.

- ¿¡Hasta las diez!?...

- No puedo salir antes.

- Está bien, te espero.

- Prende la televisión. Tu tranquila, no pasa nada. En un ratito llego.

- Si….nomás son dos horas.


8:40 P.M

- ¿Sí, diga?

- Manuel, ¿te falta mucho?

- Si, todavía me falta un poco, ¿Qué pasó?

- Nada, es que me da miedo.

- ¿Miedo de qué?

- Pos no se, me da miedo.

- No seas chillona. Mira, llena la tina y date una ducha, yo llego en un ratito.

- Pero no te tardes.

- No mujer, no me tardo.

- ¿Me lo prometes?

- Si.

- Bueno..Bye



8:45


- ¿Si, diga?

- ¡Manuel el agua sale negra!

- ¿Cómo que negra?

- Bueno, no tan negra, sólo cafecita.

- ¡Ay Liz! ¿nada más por eso me llamas?

- Pues si, acuérdate que en la película esa que te dije hace rato, la de Jack…

- Si, ‘El Resplandor’

- Ah pues en esa película de los grifos salía sangre

- ¿Y eso que tiene que ver?

- Nada, nomás me acordé

- Llama a la administración y diles lo del agua.

- No, me da miedo. Este hotel esta raro. Esta feo.

- Si, pero tu lo escogiste.

- Pues si. Ah mira ya sale limpia.

- Tira esa agua, limpia lo que salió y te das una ducha, yo llego en un ratitito.

- Pero no te tardes.

- Pues si no me dejas terminar, me voy a tardar mas.

- Está bien, te espero.




9:25




- ¿Si, diga?

- ¿Todavía te falta mucho?

- Ay Liz, así no voy a terminar jamás.

- Ya vente, me da miedo estar solita.

- ¿Pero por que?

- No sé.

- Pide de cenar en lo que llego.

- Fíjate que no tengo hambre

- ¿Estas enferma? Porque para que tu no tengas hambre esta canijo…

- Pues no se, no tengo hambre.

- Ok. Entonces ya voy.

- ¿Si?

- Si, pero, ¡ah que niña!, como eres latosa.

- Te espero.

- Bye







PARTE IV



- ¡Oye, esta igualito al del Resplandor! - Fue lo primero que dijo el hombre al entrar a la habitación. - Está muy enredado para llegar, los pasillos de este hotel parecen laberintos.

- ¡Te lo dije!

- Si, pero ya estoy aquí- Dijo el hombre quitándose la corbata mientras su esposa acomodaba su abrigo y saco en un perchero – Muéstrame la habitación.

- Pues mira, de este lado hay una pequeña salita, se ve que en otros tiempos este hotel fue lo máximo.

- Eso parece.

- Y de este otro lado esta este pequeño comedor, y la habitación.

- Muy bien…¿Qué tal esta la ducha?...

- Ahorita ya bien, pero huelo a muzgo.

- Es que no te bañaste bien- respondió el hombre e inmediatamente soltó una carcajada.

- ¡Ah que chistosito!

- ¿Y porqué te da miedo?

- No sé, siento algo raro aquí. Hay algo que no me gusta. No me gusta…

Después de que el hombre salió de la ducha, platicaron un poco en lo que él como es habitual, se fue quedando dormido poco a poco. Liz tenía una sensación de piel erizada; como un escalofrío constante. Manuel en cambio, se divertía con las ideas un poco extrañas de su mujer.

- Abrázame que tengo miedo.

- Si sigues así de miedosa en la noche te van a venir a jalar las patas.

- ¡Ay no me digas eso!, que de por si me va a costar dormir.

- ¡Eres una niña,! de verdad. Esas cosas no existen, ya no veas tanta televisión.

- No es de televisión, es que siento feo.

- Lo feo son las bacterias que a lo mejor hay en estas sábanas. ¿Te imaginas?, este hotel es viejísimo.

- Sí, pero no digas eso que aparte de miedo voy a tener asco – El hombre sonrió y guardó silencio.

Era la una de la mañana y Liz seguía sin poder dormir. Apagó y prendió la Tv varias veces. Después de mucho intentar empezó a dormitar. En sus sueños escuchaba que había bullicio en el lugar. Algo así como si hubiese mucho movimiento en el pasillo.

Eran las dos de la mañana. Entonces se escucharon tres golpes en la puerta de la habitación. Liz se despertó muy exaltada…

- ¿Oíste eso?...¡Ve a ver, anda!

El hombre se levantó mas dormido que despierto y abrió la puerta. No había nadie. La puerta más próxima a la habitación estaba a varios metros de distancia y el pasillo era inmensamente largo.

- No es nadie.

- ¿Cómo que nadie?

- Nadie.

- ¡Ay es un fantasma! Te dije que me daba miedo.

- ¿Cuál miedo mujer?...A lo mejor alguien tocó y en lo que me levanté se fue. Anda duerme.

Liz, sintió más miedo. Se abrazó de él que inmediatamente empezó a roncar. A los pocos minutos volvieron a tocar.

- ¡Otra vez!, ve a ver.

- Ahora si se las voy a mentar…

El hombre abrió la puerta bruscamente y por segunda ocasión el pasillo estaba vacío.



PARTE V


- No hay nadie – Respondió con un tono muy serio.

Liz se quedó sentada en la cama con las sabanas hasta el nivel de los ojos...

- Es un fantasma.

- O un psicópata, como en ‘El Resplandor’ – Dijo Manuel con una sonrisa contenida en la boca.

- ¡Ay ya me dio más miedo!... ¡Vámonos!

- ¿A estas horas?... Son las tres de la mañana. Si nos vamos el susto nos lo van a dar afuera…

- ¡Pero ya no quiero estar aquí!

- Pues ni modo mamacita, te vas a tener que aguantar. Además sólo es un ratito. ¿Dejo la luz prendida?

- No. Mejor vemos la tele ¿sí?

El hombre prendió manualmente la televisión, tomó el control remoto y se recostó en la cama. Liz sintió un escalofrió…

- ¡Ay pero no le pongas al Discovery Channel!

- ¿¡Entonces que vemos!?

- No sé, pero no pongas tus cosas de guerras…Ni ‘Historias de Ultratumba’

- Mejor platicamos ¿vale?

- Bueno…

La TV tenía la pantalla todavía luminiscente. Liz miraba al techo y Manuel guardaba silencio…

- ¿Oye?..¿Cómo cuantos años ha de tener este hotel?

- Todos.... – Respondió Manuel con desgano.

- ¿Te imaginas quienes se han de haber hospedado aquí?, los muebles están viejos pero en la época de María Félix han de haber sido muy lujosos y modernos, ¿verdad?

- Seeehh…

- Por eso hay tantos fantasmas.

- ¿Cuáles fantasmas, Liz?, de plano ya estas alucinando…

- Pues esos que tocaron la puerta…

- A lo mejor lo imaginamos…

- ¿Los dos?

- ………..O a lo mejor fue un sonido que se quedó almacenado, recuerda que el sonido se acumula porque hay teorías que dicen que es infinito. Por eso en ocasiones en las escuelas se escuchan a los niños cuando están vacías…

- O es un fantasma…

- Los fantasmas no existen Liz…

- ¿Entonces quién tocó la puerta?... ¡y dos veces!

- ¡Ay sabes que! – Volteó Manuel hacia Liz y la arropó como si fuese una niña pequeña- Deja de decir sandeces y ya duérmete, que mañana tengo que trabajar.

- ¡Pero es sábado!

- Sí, pero ya sabes que yo trabajo.

- Está bien…

Manuel se acomodó para continuar con su sueño, y Liz se quedó en la posición en la que él la había acomodado. En la habitación solo eran ella y el silencio los que estaban despiertos. La luz de la calle se asomaba por la cortina. Se levantó de la cama y observo la calle. A esas horas, sin personas, parecía que el tiempo se había detenido, y que podrían estar en 1910, en 1950, o en cualquier época…

Se quedó sentada un rato en la ventana, ya que había una pequeña sala ahí. La cama estaba a un lado y hacia el fondo estaba el baño, un pasillo y un living como para tomar el té. Los muebles eran blanco con dorado, de madera y tapizados con terciopelo rojo, que dejaba ver el paso del tiempo.

Entonces se volvió a escuchar.

De un salto Liz, se paró del sillón y cayó en la cama casi aplastando a Manuel.

- ¿Oíste?... ¡No me digas que no oíste!

- Si, si oí.

- ¡Ve a ver!..

- Pero si no es nadie mujer, es el ruido acumulado, ya te explique...

- ¡Ay Manuel! No te hagas, a lo mejor tienes miedo y por eso no quieres ir...

- ¡Lo que tengo es sueño!...

- ¿No me digas que después de esto no crees que sea un fantasma?

- No Liz, yo creo en la ciencia…

- Ciencia mis….

Y se volvió a escuchar.

- ¿Oíste, oíste?

- Si mamita ya oí.

- ¡Pues haz algo!

- ¿Qué quieres que haga?, ¿Qué saque mi equipo de cazafantasmas y lo vaya a capturar?...Si quieres cuando lo atrape te lo cuelgo en el pescuezo como cuando eras niña y se te caían los dientes ¿eh?

- ¡Ay Manuel!

- Pues sí mamacita, si es un fantasma… ¿qué quieres que haga?

- No sé, pero haz algo…

- ¿Sabes que voy a hacer?...Dormir…

- No te duermas. Yo no tengo sueño.

- Pues cuenta borregos.

Manuel se volteó y se dispuso a dormir. Liz se quedó sentada en la cama con la imaginación volando…

- ¿Oye?

- Mhmmhmmm

- Dicen que la Llorona si existió ¿verdad?

- Ajá

- Y que vivía aquí en el Centro, ¿verdad?

- Si Liz, pero ella vivía en Donceles…

- Ah sí… ¿pero qué tal si se mudó aquí?

Él guardó silencio por un breve momento, y entonces estalló a reírse a carcajadas.

- Ay Liz, ¿Cómo crees?, ven acá…

Manuel abrazó a Liz, y ella se sintió más segura. Los minutos pasaron, y por fin la comenzó a vencer el sueño. Pero en ese momento a Manuel se le escapó.

Y se volvió a escuchar. Al poner atención, se dio cuenta que el ruido no provenía de la puerta, si no de otro lugar. Se levantó cuidadosamente para no despertarla y fue a investigar.

En el momento que llego al Living se volvió a escuchar. Tres toquidos claros que provenían de la pared. Se quedó sentado en el sillón, esperando volver a escuchar el sonido. Pasaron cinco minutos cuando se escucharon nuevamente otros tres que provenían de una de sus paredes.

Se asomó por la ventana que daba al jardín interior del hotel. Notó que había más ventanas de ese lado, sin embargo sus luces estaban apagadas. Decidió regresar a la cama, y dormir lo poco que le restaba de la noche.



PARTE VI



Al amanecer Liz se levantó y pidió desayuno a la habitación. Prendió la Tv y esperó que su compañero despertara.

- ¡Buenos días solecito!

- Buenos días Liz.

- ¡Ya te pedí el desayuno!

- Gracias…. ¿Oye?, ¿Recuerdas los ruidos de anoche?

- ¡Como olvidarlos si casi ni pude dormir!

- Yo tampoco, después se me fue el sueño ¿y qué crees?, que los ruidos no venían de la puerta, si no de una pared.

- ¡El fantasma esta emparedado!... ¡A lo mejor lo mataron en la inquisición y por eso esta penando!

- ¡Ay Liz!, de verdad que no te mides ¿de dónde sacas tantas ideas?

- Pues eso leí, que luego cuando mataban a la gente en lugar de enterrarlas las ponían en las paredes, también en los conventos cuando las monjitas hacían travesuras, enterraban a los fetos en las paredes.

-¿Y dónde leíste eso?

- Bueno no lo leí, lo escuché en la 'Mano Peluda'

- ¡Pero esto no es un convento! Y además fijate que cosas escuchas mujer...

- Pero que tal si antes fue un convento. Uno nunca sabe. Ya ves que ahí en el Sanborns de los Azulejos vivían los marqueses de no se que. A lo mejor aquí era convento, no sabemos que era aquí antes.

- Bueno, la cosa es que no era la pared.

- Híjole Manuel, este hotel está embrujado. No quiero volver porque definitivamente hay fantasmas.- Dijo su Liz totalmente convencida.

- Ok, No regresamos entonces, respondió Manuel, no para darle la razón a su mujer, si no para terminar la discusión.




Después del desayuno tomaron sus cosas, y bajaron para regresar a la rutina diaria. Mientras traían el automóvil, Liz esperaba en la puerta ansiosa por irse, mientras Manuel entregaba la llave en la recepción. Ahí, al mismo tiempo, entregaba la habitación una anciana.

- ¿Qué le pareció el servicio señora? – Preguntó la recepcionista animada.

- Pues más o menos, había ratones en la habitación.

- ¿Ratones?

- O por lo menos eso escuchaba, porque parecía que roían algo en la pared y yo le daba golpes para espantarlos. Y eso duró toda la noche señorita.

- Lo siento tanto, veré que revisen eso.

La viejita se alejó y la curiosidad venció a Manuel…

- Disculpe señorita, ¿Qué habitación tenía esa señora?

- La Suite 401 B

- ¿Y de casualidad, colinda con la 401 A?

- Sí señor, comparten la pared la habitación de la B, da al living de la A.

Manuel sonrió.

- Gracias Señorita.

- ¿Qué tal su estancia?

- Inolvidable….- Dijo con una sonrisa en los labios, mientras volteaba a ver a su mujer, parada en la acera como una niña pequeña esperando el autobús escolar.

En ese momento decidió que era mejor guardar la verdad, donde debe estar: lejos de las ocurrencias de su mujer, ya que sin ellas, definitivamente hubiese sido sólo una noche aburrida en un hotel viejo, que tiene nombre de galletas saladas.

Comentarios

  1. pimaaaaa!!!
    esta genial... jajajaja... me imagine todo todo... tienes que hacer la continuacion eh...
    ^.^

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