Genio y figura hasta la sepultura, dice el dicho.
Los que me conocen y los que me han ido conociendo con el tiempo saben que uno de mis placeres mas culposos es el maravilloso arte de decir peladeces.
Les he de confesar que yo fui educada en una familia donde ‘no se decían groserías’, porque las ‘niñas bonitas no dicen esas cosas’ (aún recuerdo a mi Abuelita regañándome por haber dicho ‘Carajo’ a los 8 años). Sin embargo en el transcurso de mi vida…aprendí esas palabrotas que forman parte de mi léxico diario.
Mi florido lenguaje, queda reservado para momentos íntimos. No, no piensen mal, aunque a veces dependiendo de cómo se ponga el asunto digo palabrotas (too much information), pero al referirme a intimidad es a mis momentos donde puedo ser yo sin miramiento alguno, como por ejemplo en mi casa, con mi mami (quien por cierto me regaña todavía cuando me paso), con mi gordolobiux (a quien su servilleta le inculcó el vicio de la grosería sin culpas) y sobre todo cuando manejo…¡Ah como me gusta decirle sus verdades a los otros cafres!, porque para mentar madres mientras manejo soy democrática: a los hombres por cabrones y pendejos, y a mis congéneres por tarugas.
Las palabras impropias brotan de mi boca cual margaritas en primavera, sin embargo en el trabajo ahí si soy todo propiedad…hasta un fatídico día (el lunes), cuando iba pensando en la inmortalidad del cangrejo (o en pendejadas, cómo mejor les suene).
Tres de mis pupilos más propios, fueron a pedirme consejo (cual Platón a Sócrates), y ahí, estábalo yo, revisándoles su trabajo y de repente, sin saber cómo, se salió de mi boquita: ‘ésta madre’ dije. Y se lo dije a su trabajo. La cara de mis pupilos fue de sorpresa (suelo ser algo fresona o mamuca, por aprendizaje más que por convicción ¿o ya estoy convencida?).
Mi inmaculada imagen se rompió…y se rompió la madre. Sin embargo no me siento culpable, es natural…como respirar e inclusive, hay científicos que dicen que la gente como yo que dice groserías es más feliz que las que no las dicen (ajá si tú… confirmen mi investigación jajaja)… y pues es que la neta, y no por ser una pinche pelada: Se siente de poca madre.
Así que …´mea culpa´, soy como el Negrito Sandia (“ya no digas picardias o ya verás”), ¿pero que más puedo hacer?...Soy Liz, y sí, soy una pinche pelada.
Comentarios
Publicar un comentario