La búsqueda del amor, quita mucho tiempo. Sobre todo si tienes tiempo libre para soñar. No niego que en ocasiones me pongo a invocar mentalmente a ese ente que me robará el corazón y volverá mi historia un cuento de Hadas. A estas alturas he entendido que las Hadas no existen, y que probablemente ese ente es demasiado honesto y buena gente como para robarme el corazón. Por lo tanto y aunque asumo que mi corazón sigue siendo propiedad de su portadora, a veces mal gasto mis neuronas en esa espera... Pero ahora he encontrado que estamos mal. Sí. Mal.
Lo que la mujer necesita para ser feliz, no es un Caballero andante. No, señor. Lo que necesitamos para sentirnos seguras, protegidas, procuradas y a salvo de los modernos dragones urbanos (que algunos los suelen llamar 'peseros' o 'micros'), no es un hombre común y corriente. Es más: ni siquiera tenemos que estar enamoradas de él, mucho menos ser correspondidas. Lo que tenemos que hacer es conocerlo. Así es, toda esa búsqueda del amor pierde sentido. Para sentirme la damisela en peligro, que será rescatada de cualquier trampa del destino, definitivamente no necesito un caballero andante. ¡Necesito un buen mecánico!
Un mecánico que vaya a tu auxilio donde tu corcel del color de tu elección, se le ocurre dejar de funcionar. Qué sea honesto al decirte las fallas de tu automóvil. Qué no te vea como boba al momento en que tú le explicas, con tu entendimiento femenino, las fallas de tu automóvil. Que no te observe como ser omnipotente al momento que pidas su ayuda. Qué te de su teléfono y te responda a la hora en que suceda la tragedia (porque cuando se descompone es una verdadera y real tragedia). ¡Eso, es lo que necesitamos para ser felices!.
El viernes de la semana pasada, mi automóvil se quedó sin anticongelante. No soy una de esas féminas que le tienen miedo al motor de su automóvil. Así que abrí el cofre, y le eché anticongelante; con la novedad de que todo se escurría. Fue entonces donde agradecí tener un número telefónico en particular. No del amor de mi vida. Menos de alguien que me traiga suspirando. No. Me sentí feliz cuando, Don Toño, del otro lado de la línea me respondió muy amablemente: "¿Y ahora qué paso maestra?".
Al día siguiente, se apareció en el estacionamiento de la Universidad, como un renegado región 4: motocicleta, chamarra de cuero, mezclilla y su caja de herramientas, que es equivalente a su lanza y escudo para defenderme de los Dragones. Dos horas después, mí automóvil color cereza dio un rugido cual león mecanizado. Me puse feliz. ¡Viva la comodidad! Reconozco hoy, que he vivido equivocada. Es mejor tener un buen mecánico, que un Príncipe azul.
Hola, que interesante comentario, digo interesante por que bien lo sabes manejar desde el título. Y respesto al comentario, me permito opinar ... si creo que las mujeres de hoy ( bueno no sé si antes también)buscan un principe azul que sea mecánico, cocinero, escritor de poemas románticos, que sepa entender los algorítmicos lenguajes femeninos, mmm...vaya que si es dificil, sin embargo puede que exista en alguna parte de este planeta (tal vez lo tienen frete a sus narices) algún ser heroico como lo anhelan los gustos particulares de cada mujer...(cada mujer tiene su proptotipo de heroeman)
ResponderEliminar@Anónimo
ResponderEliminar¡Vaya!, que viéndolo desde tu perspectiva, ahora entiendo porqué los hombres ya no se quieren comprometer.
Y bueno si...yo espero otro héroe personal,como creo que todas las mujeres lo hacen.
Pero a decir verdad, el único superpoder que debe de tener, es hacernos sentir especiales. Difícil y fácil a la vez. Si la vida fuera simple ¡Qué aburrida seria!. Gracias por tu comentario =D