Todos deseamos que nuestra historia tenga un final feliz. Por lo menos yo me la paso soñando en ello. Quiero que mi final sea el mejor. Lo mejor.
Odio ser tan emocional. A veces siento que vivo más intensamente que otras personas, o tal vez me concentro demasiado en mi misma como para ver las cosas desde otra perspectiva. Se que todo pasará. Quiero que pase. Que pase todo.
Me di la oportunidad de ser valiente, de luchar por los sueños. De imaginarme un final feliz distinto, a pesar de la larga batalla contra el destino que viví estos últimos años. Sin embargo me equivoqué.
Al final de este capítulo, ese Príncipe Azul por el cual decidí cambiar el rumbo de mi historia, no es para mi, me sacó de su cuento porque yo no soy una Princesa de su mismo tono.
Odio ser tan emocional. A veces siento que vivo más intensamente que otras personas, o tal vez me concentro demasiado en mi misma como para ver las cosas desde otra perspectiva. Se que todo pasará. Quiero que pase. Que pase todo.
Me di la oportunidad de ser valiente, de luchar por los sueños. De imaginarme un final feliz distinto, a pesar de la larga batalla contra el destino que viví estos últimos años. Sin embargo me equivoqué.
Al final de este capítulo, ese Príncipe Azul por el cual decidí cambiar el rumbo de mi historia, no es para mi, me sacó de su cuento porque yo no soy una Princesa de su mismo tono.
Mi historia no termina aquí, no va ni siquiera en el clímax, sin embargo logro entender, que debo permitir que siga. Soy una Princesa Multicolor, y mi final será como yo lo decida, porque este cuento, al fin y al cabo, lo vivo yo y en mi piel están las marcas de las batallas ganadas y perdidas. De sonrisas y tristezas. Del poco amor. Del mucho desamor, y sobretodo, de mi.
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