En nuestra vida las mujeres tenemos dos opciones: ser mamás o ser compañera. Rara ha sido la mujer que ha encontrado el balance perfecto, y escojas lo que escojas, tienes que asumir las consecuencias y vivir intensamente (como toda la vida).
Lulú, tomó la opción de ser mujer. Desde que la conocimos no fue muy acomedida con sus hijos (lo que no quiere decir que no los ame) y siempre estuvo junto a su esposo. Iba con el a todos lados, lo amba y consentia hasta el cansancio. Sus hijos crecieron, tomaron el rumbo que tuvieron que tomar (sus hijas por ejemplo se casaron a los 15 años aproximadamente) y la vida sigue.
Andrés (su esposo) enfermó de diabetes, pero era renuente a aceptar que la padecia. Como vivíamos cerca convivimos muchos años de manera cercana. Ahi nos enteramos que Andrés era muy mujeriego y que ella se fue con el siendo muy joven (él era 13 años mayor que ella) y tal vez esa era la razón por la cual iba con el a todos lados.
Debido a que no tuvo los cuidados necesarios, la diabetes se desencadenó en una deficiencia renal severa. En la fiesta de mi graduación de la universidad, mi tia Jackelyn (que es enfermera) lo vió y dijo: "Este señor está vivo de milagro". Tal vez el milagro era el amor de Lulú.
Andrés vivió tres años más. El dia de su cumpleaños 50, Lulú le organizó un pachangon de locos: su música favorita, su comida favorita, su gente favorita... Fue una celebración llena de alegría. Sus hijos son gente de bien, con unos cuantos nietos, festejó su cumpleaños de una mannera plena. Lulú apurada atendiendo a sus invitados, era la más feliz. Exactamente un mes despúes Andrés falleció.
En el funeral se veía tranquila. Cansada, pero tranquila. Fuerte como un roble sostenía el dolor de sus hijos, que igualmente a pesar de la pena se veian bastante enteros. Atendían a la gente con la amabilidad acostumbrada y recibían los pésames de manera bastante natural. Al dia siguiente rumbo al cementerio, la Lulú mandó a traer exactamente el mismo grupo norteño que le habia llevado el dia de su cumpleaños el mes anterior. Durante todo el camino hacia su última morada, iban tocando corridos y las canciones que a Andrés tanto le gustaban.
Al llegar al cementerio y estar frente al lugar donde Andrés reposaría, el grupo norteño cesó, y empezaron a tocar los requintos de una guitarra. El cantante comenzó ..
Entonces volteamos a ver a Lulú, parada viendo fijamente a su vida, su vida que ya no estaba, con unas lagrimas corriendo por sus mejillas. En ese momento nos dimos cuenta de lo afortunada que era. De haber amado con tal intensidad y de haber tomado las decisiones necesarias. Sin arrepentimientos, sólamente viendo que al final, y después de que Andrés se adelanto, absolutamente todo habia valido la pena.
Lulú, tomó la opción de ser mujer. Desde que la conocimos no fue muy acomedida con sus hijos (lo que no quiere decir que no los ame) y siempre estuvo junto a su esposo. Iba con el a todos lados, lo amba y consentia hasta el cansancio. Sus hijos crecieron, tomaron el rumbo que tuvieron que tomar (sus hijas por ejemplo se casaron a los 15 años aproximadamente) y la vida sigue.
Andrés (su esposo) enfermó de diabetes, pero era renuente a aceptar que la padecia. Como vivíamos cerca convivimos muchos años de manera cercana. Ahi nos enteramos que Andrés era muy mujeriego y que ella se fue con el siendo muy joven (él era 13 años mayor que ella) y tal vez esa era la razón por la cual iba con el a todos lados.
Debido a que no tuvo los cuidados necesarios, la diabetes se desencadenó en una deficiencia renal severa. En la fiesta de mi graduación de la universidad, mi tia Jackelyn (que es enfermera) lo vió y dijo: "Este señor está vivo de milagro". Tal vez el milagro era el amor de Lulú.
Andrés vivió tres años más. El dia de su cumpleaños 50, Lulú le organizó un pachangon de locos: su música favorita, su comida favorita, su gente favorita... Fue una celebración llena de alegría. Sus hijos son gente de bien, con unos cuantos nietos, festejó su cumpleaños de una mannera plena. Lulú apurada atendiendo a sus invitados, era la más feliz. Exactamente un mes despúes Andrés falleció.
En el funeral se veía tranquila. Cansada, pero tranquila. Fuerte como un roble sostenía el dolor de sus hijos, que igualmente a pesar de la pena se veian bastante enteros. Atendían a la gente con la amabilidad acostumbrada y recibían los pésames de manera bastante natural. Al dia siguiente rumbo al cementerio, la Lulú mandó a traer exactamente el mismo grupo norteño que le habia llevado el dia de su cumpleaños el mes anterior. Durante todo el camino hacia su última morada, iban tocando corridos y las canciones que a Andrés tanto le gustaban.
Al llegar al cementerio y estar frente al lugar donde Andrés reposaría, el grupo norteño cesó, y empezaron a tocar los requintos de una guitarra. El cantante comenzó ..
No puedo verte triste porque me mata
tu carita de pena, mi dulce amor,
me duele tanto el llanto que tu derramas
que se llena de angustia mi corazón.
Yo sufro lo indecible si tu entristeces,
no quiero que la duda te haga llorar,
hemos jurado amarnos hasta la muerte
y si los muertos aman,
después de muertos amarnos mas.
Entonces volteamos a ver a Lulú, parada viendo fijamente a su vida, su vida que ya no estaba, con unas lagrimas corriendo por sus mejillas. En ese momento nos dimos cuenta de lo afortunada que era. De haber amado con tal intensidad y de haber tomado las decisiones necesarias. Sin arrepentimientos, sólamente viendo que al final, y después de que Andrés se adelanto, absolutamente todo habia valido la pena.
Si yo muero primero, es tu promesa,
sobre de mi cadáver dejar caer
todo el llanto que brote de tu tristeza
y que todos se enteren de tu querer.
Si tu mueres primero, yo te prometo,
escribiré la historia de nuestro amor
con toda el alma llena de sentimiento;
la escribiré con sangre,
con tinta sangre del corazón
Cuando la música cesó, el silencio era increíble. Toda la gente que iba tenia lágrimas en los ojos. Tal vez no por Andrés, ni siquiera por Lulú... A lo mejor como yo recordaron a ese amor que en esos momentos no estaba a su lado. O a lo mejor sintieron (también como yo) tristeza por no haber experimentado un amor tan fuerte, tan correspondido, tan bien amado como ese. Un amor tan intenso, tan hermoso, que al final valieron la pena todas las renuncias hechas.
Lulú tomó aire y con voz baja y timida dijo:
Te lo prometo.
Dejó caer las flores y emprendió su camino sin Andrés, con la fortuna de haber vivido y sin mirar atrás.
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