Disculpe usted que lo moleste. Sé que no es el momento, ni siquiera el lugar, pero probablemente no tendré otra ocasión de encontrarlo. Sólo le quitaré unos minutos de su tiempo, es más, si no se fija, ni siquiera perderá un segundo, sólo déjeme expresarme, será la única ocasión en que lo haga. Posteriormente, no importando su respuesta no lo volveré a mencionar. Al saber de usted, he comprendido que nací en una época incorrecta. Debí haber nacido más o menos en la época que mi madre nació. O unos años después, pero no cuando nací. De haber nacido en esa época puedo decirle, mi estimado Señor, con toda seguridad que me hubiera conocido, y hubiese hecho todo lo posible porque coincidiéramos ya no tanto en tiempo, si no en espacio. Adoro sus letras, adoro su voz, lo adoro a usted. No se si usted se hubiera enamorado de mi, como yo lo estoy de usted. Lo que sí le garantizo, mi querido señor, es que por lo menos, su hijo - ese que se contagia de su majestuosidad sin conseguirlo-